
Todos tienen fantasmas, muertes que lamentan. Culpa. Miedo.
Melínoe es la mediana de los tres hijos de Hades y Perséfone, pudiendo ser así considerada no solo como deidad, sino también como una princesa del Inframundo.
Nació en la desembocadura del Cocytus, uno de los cuatro ríos del Hades, siendo descrita como una niña extraña y de apariencia aterradora. Su lado izquierdo era negro y duro como la piel una momia, representando a su padre. Su lado derecho, por el contrario, lucía pálido y calcáreo, casi carente de sangre. Es mas bien baja, y tradicionalmente cubría su figura con elegantes túnicas y chales el color del oro, aunque en la actualidad suele seguir las últimas tendencias mortales a excepción de actos que requieran de la formalidad tradicional.
Sus ojos son tan oscuros como lo es la misma noche, mas brillan con la intensidad de la luna llena, y su cabello es de un marrón tan oscuro que la mayor parte del tiempo podría pasar por azabache.
Sus progenitores siempre la han amado y le han dado todo cuanto ella pudo desear. Así, estableció unos fuertes vínculos con su padre, a quién quiere sobre todas las cosas, y con la ninfa Galene, quién no sólo ayudó a traerla al mundo sino que la cuidó desde sus primeros días de vida.
Es también muy apegada a su madre y, en menor manera, a la mayor parte de los habitantes de Inframundo. Con sus hermanos mantiene una buena relación; fundamentada en el respeto y la admiración con Macaria, y en una especie de amor-odio constante hacia Zagreo.
Se la puede describir como una joven hermosa -a no ser que quiera mostrar su lado fantasmagórico-, inteligente, segura de sí misma y sensata, aunque muchas veces sus ansias de aventura terminan haciendo a un lado algunas de las características previas. También podría decirse que, a pesar de la dulzura que puede mostrar con sus más allegados, tiene una personalidad compleja: en ella hay una importante oscuridad contra la que ha de luchar continuamente, y que alguna que otra vez ha logrado salir a la luz dando origen a auténticos desastres. Para ser capaz de controlarla, Melínoe pasó a ser aprendiz de Hécate, consagrándose a su vez a la luna.
